Supongo que en ese momento pasaba alguna chica por la calle y que le ha gustado al individuo de marras, que es un pervertido que no se atreve más que a cuchichear. Supongo, quiero suponer, que la destinataria de las lindezas no era yo, más que nada porque probablemente ni me habrá visto, ya que no es fácil con las cortinas. Tendría que haber pegado la nariz al cristal y tampoco había rendijas fácilmente alcanzables.
Lo que ya no supongo es que me ha revuelto el estómago y que me dan ganas de llamar a la empresa de reformas y poner una queja, simplemente porque no tengo por qué oír semejantes cosas en mi casa.
Joder, y luego se me extrañan de que haya un alto porcentaje de tíos que me asquean. Si es que hacen unos méritos...
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